Es verano, ¿qué hacemos con tanto cambio?
En verano, al ser el mejor tiempo para las actividades al aire libre, las comidas en el campo, los viajes y las barbacoas... nuestros ritmos cambian y el de los pequeños también.
Los niños son especialmente sensibles en los momentos cercanos al sueño.
Esta es una gran oportunidad para elegir una nueva rutina para ir a dormir.
Por ejemplo:
- Tomar un baño o hacerle un baño de pies.
- Leer un cuento y meterse en la cama.
- Recordar a los que no están con nosotros o recitar un pequeño verso que les ayude a sentirse acompañados.
El trabajo es probar los ritmos durante unos cuantos días. Todo tiene su tiempo de integración, así que seguro que hay que ir haciendo pequeños ajustes, descubriendo la forma en que estos momentos del dormir y despertar se conviertan en momentos lo más placenteros posibles.
Si ordenamos estos momentos de transición del pequeño y los adornamos con pequeños rituales, la vida cotidiana del verano se puede desarrollar de manera más tranquila y armónica. ¡Y así nos relajamos más durante el resto del día, que a todos nos viene bien!
Una cosa más.
En general se cree que el pequeño necesita un estímulo nuevo y constante cada día.
¿Podría ser que, sin querer, estemos creando una generación de niños que quieren que se les entretenga constantemente y que parecen tener pocos recursos interiores propios?
Yo te invito a probar con ellos la repetición diaria de estos rituales de transición, ¡a ver qué pasa!
Y recuerda, para ellos todo puede ser fuente de fascinación, hasta un pequeño ritual.
Un abrazo,
Àuria