Los adultos somos siempre el referente. Lo que hacemos es lo que enseñamos, queriendo o sin querer.
En mi último artículo te invité a observar tus ritmos sin hacer nada, para poder identificar tu equilibrio.
Pero si de tanto en cuando no revisamos si lo que hacemos nos da o nos quita fuerza, ¿cómo vamos a encontrar los ritmos más adecuados para nosotros y para nuestras familias, especialmente en el tiempo de verano?
Yo a menudo lo que hago en la escuela es invitar informalmente a las familias a hablar sobre los ritmos que tienen, sobre sus equilibrios móviles, porque hablando conmigo, o entre ellos, se les ocurren buenas ideas que, luego, prueban y ponen a la práctica.
El maravilloso poder de las preguntas y el diálogo.
Pero en casa, ¿por dónde empezar?
Quiero invitarte a que hoy, mientras cenas en casa con tu familia, habléis sobre:
¿Qué ritmos tenemos en casa?
Y después de darles nombre, te invito a que sigas con otra pregunta:
¿De estos, cuáles nos ayudan más a vivir con fuerza y cuáles menos?
Una vez lo hayas hecho, y si aún te hace falta inspiración, puedes ver mi artículo
¿Verano con armonía? Una idea práctica.
¡A ver con qué ideas nuevas salís!Y, si te acuerdas, ¡cuéntamelo en los comentarios!
Un abrazo,
Àuria