Los cuentos son uno de los alimentos más ricos que podemos ofrecer a los niños. Tras sus imágenes se esconde un conocimiento que les habla del orden del mundo, de verdades profundas del ser humano, de los procesos de la vida, transmitiéndoles cualidades morales y anímicas que les preparan para los desafíos y las situaciones de la vida.
Esto ha sido así durante siglos en que, generación tras generación, se han contado cuentos alrededor del fuego, oralmente, en las plazas, en los mercados, en los barcos, de conquista en conquista... Los cuentos forman parte de la vida de todos los pueblos, de todas las culturas y de todas las civilizaciones desde tiempos inmemoriales.
Un verdadero cuento es como una semilla que crece en el niño cuando es el momento, aportándole nuevas formas de comprensión a las vivencias que se le presentan. Como si de una voz del pasado se tratara, el cuento tiene la capacidad de hablarle, de ayudarle en su camino, nutriéndole y protegiendo su vida interior.